martes, diciembre 02, 2008

Inventario




Nada fue tuyo.
Sólo imaginaste una casa y la luna.
El fuego vacilante de la llama.
La mensajera noche
alta en la soledad de tus estrellas

La sombra perfecta y fiel dictando
el paso de las constelaciones.
La música del agua...
Ahora lo sabes.
Palidecen las manos.
Miras el tiempo de tu cuerpo,
el tiempo de los ríos,
el tiempo de las ruinas.

Basta que quisieras dormir
sin pronunciar la última palabra.
Que sólo desearas
ya no mirar y desatar los brazos.

Sólo eso bastaría...
Pero no sabes cómo.

No hay comentarios: