domingo, enero 30, 2011

Nocturno de verano




La cigarra es poeta, la cigarra es cantora,
rima su monocordio en la noche vernal,
canta al claro de luna y a la fuente sonora
con un desbordamiento musical.

¡Noche blanca de estrellas y blanca de azahares,
en que tiene el amor
el sabor del divino Cantar de los Cantares    
sobre una boca en flor!

Cuando hablamos de amor bajo las estrellas
con nuestras blancas novias en los viejos jardines,
fluyen nuestras palabras, aromadas y bellas,
igual que un florilegio de estrellas y jazmines.

Y canta la cigarra, y la novia suspira,
¡Dios sabe por qué dulce y galante dolor!
La noche arde y en éxtasis nuestra amada nos mira;
¡qué bien cantan las dulces cigarras del amor!

¡Canta cigarra de oro! Vendrá pronto el invierno
y agostará la escarcha tu laúd.
¡Canta en esta hora única el divino y eterno
poema de la Gloria y de la Juventud!

Canta, cigarra, ebria de ensueño y de emoción,
entre las rosas y entre las espigas;
para ti es el laurel, el beso y la canción;
¡Lo demás para las hormigas!

Canta, cigarra loca, canta en la hora florida;
te hacen burla los sapos hundidos en la escoria.
¡Qué bello es dar la vida
por una hora de amor, por un sueño de gloria!

¡Nocturno de verano! Toda la noche canta
la fuente, la cigarra, el ruiseñor;
la Luna, la sortílega de los cielos, encanta
esta bola del mundo podrida de dolor.

Madrina de los locos, Luna de los poetas,
apoteosis de plata del gran clamor lunar,
que das a nuestras almas visionarias e inquietas
deseos de cantar y de soñar.

Y sentir que florecen los besos en la boca
y los sueños en el laúd.
¡En las noches de luna, qué bien canta la loca
Cigarra de la juventud!

Emilio Carrere

Publicado en la colección Poesía de siempre, El arco y la lira, 1950-1960 

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