I
El pabellón de la música
Las tañedoras de laúd partieron,
las lilas que en los vasos
de jade habían puesto,
se inclinan hacia el grupo
de los laúdes negros
y parece que aun siguen oyendo…
las lilas que en los vasos
de jade habían puesto,
se inclinan hacia el grupo
de los laúdes negros
y parece que aun siguen oyendo…
II
El pabellón de los perfumes
Si yo abriese este pomo
do hay un perfume excelso,
te desagradaría
con su aromar violento,
pues cuando te acaricie,
¡oh mi pomo de ensueños!
No espires lo que guardas
en tu amoroso seno.
do hay un perfume excelso,
te desagradaría
con su aromar violento,
pues cuando te acaricie,
¡oh mi pomo de ensueños!
No espires lo que guardas
en tu amoroso seno.
III
El pabellón de la poesía
En su balcón
hay una grácil rama de duraznero en flor.
hay una grácil rama de duraznero en flor.
IV
El pabellón de la seda
Puesto que ya el invierno
heló las cataratas,
y les robó sus hojas
a los canelos de ámbar;
puesto que no veremos
antes de noches largas,
ni alondras ni peonías
ni mariposas vagas,
te invito al Pabellón
de la seda. Allí el agua
fulge, de los arroyos
que cruzan entre matas
vencidas por las flores,
cubiertas de aves raras.
Porque oigas gorjear
las alondras bordadas,
cantaré el Nacimiento
de Primavera. Apaga
tus ojos, y en seguida,
por la serena playa
del Tchiang-Jang onduloso,
estarás acostada,
en la tercera luna
de una noche de plata.
Si acaso te durmieras
con el cantar del agua,
te daría yo entonces,
con emoción tan cauta,
besos tan vaporosos
en tu mejilla blanca,
que sólo sentirías
un palpitar de alas
como de mariposa,
sobre la tez de nácar.
heló las cataratas,
y les robó sus hojas
a los canelos de ámbar;
puesto que no veremos
antes de noches largas,
ni alondras ni peonías
ni mariposas vagas,
te invito al Pabellón
de la seda. Allí el agua
fulge, de los arroyos
que cruzan entre matas
vencidas por las flores,
cubiertas de aves raras.
Porque oigas gorjear
las alondras bordadas,
cantaré el Nacimiento
de Primavera. Apaga
tus ojos, y en seguida,
por la serena playa
del Tchiang-Jang onduloso,
estarás acostada,
en la tercera luna
de una noche de plata.
Si acaso te durmieras
con el cantar del agua,
te daría yo entonces,
con emoción tan cauta,
besos tan vaporosos
en tu mejilla blanca,
que sólo sentirías
un palpitar de alas
como de mariposa,
sobre la tez de nácar.
V
El pabellón de la tristeza
Noche y día,
las más bellas mujeres del Imperio
danzaban a porfía,
y las más dulces voces
las salas impregnaron de ambrosía.
Cuando ya la embriaguez deja caídos
a todos, me levanto.
No bebo más. En tinta de oro mojo
mi sedeño pincel y escribo un canto
a la Melancolía
que la cisterna de mi ser exhala,
y trazo caracteres
que se asemejan a los cuerpos rojos
tendidos sobre el mármol de la sala.
las más bellas mujeres del Imperio
danzaban a porfía,
y las más dulces voces
las salas impregnaron de ambrosía.
Cuando ya la embriaguez deja caídos
a todos, me levanto.
No bebo más. En tinta de oro mojo
mi sedeño pincel y escribo un canto
a la Melancolía
que la cisterna de mi ser exhala,
y trazo caracteres
que se asemejan a los cuerpos rojos
tendidos sobre el mármol de la sala.
Chang-Wu-Kien
Traducción: Guillermo Valencia.
Guillermo Valencia. Obras poéticas completas. Catay. Temas árabes. Ed. Aguilar. 2ª. Ed. Madrid, España. 1952
No hay comentarios:
Publicar un comentario