Señor:
Dirige mi nave a los países ocultos,
enséñale a mi brújula a seguir
el alocado rumbo de la libertad.
Hazme merced
de que al llegar a nuevas tierras
pueda comprobar que toda criatura
está hecha de canto, abrazo, estrellas,
pensamiento, amor y colibríes.
Deja que el mapa de nuevos mundos
llegue a mis manos,
pero permite que lo pierda
para guiarme por mis ilusiones.
Y ante todo, Señor,
concédeme la gracia
de que en el infinito universo
de los viajes sea yo quien,
una y otra vez,
se descubra.
Jairo Anibal Niño
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