TE ESCUCHO. Nos buscamos por pistas de sonidos, tú en el centro
del mundo, yo en un borde asombrado hecho de periferias
y de exilios. Te invento con fragmentos de memorias agudas del tiempo que
fue nuestro, y pedazos de mapas y postales. Me alcanza y me
estremece tu mirada, rompiendo desde lejos la costra del olvido por entre
los aromas y las ramas de algún jardín salvaje, vagando por el cielo de
Antares en la curva del verano. De repente, en la noche, al volver de
ciudades y países
más hondos todavía,
cruzando las orillas de tu lago,
oigo pasar los trenes de tu infancia.
Rodrigo Escobar Holguín
el 11 de abril de 2012
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