caminos de poesía: Herbert Toranzo Falcón

sábado, diciembre 13, 2008

Herbert Toranzo Falcón

METÁLICO Y HUMANO

Oh, no sufras así.
Sé cómo hacerlo mejor,
deja que te enseñe.
Deberías ahorrarte algunas cosas
que en sí tropiezan y se imponen,
como el duelo sagrado y legítimo,
la posición de firmes,
la cadena herrumbrosa del ancla.
Supongamos que vuelves y lo intuyes:
hay un centro benigno en la madera,
cornada o pisotón que a veces da en el blanco.
Vas a recibir, pues, el trabajo sucio:
cavar un túnel en la mente,
mi pasadizo de góticos fantasmas.
Le vas a dar con todo a ese cabrón
porque se iba antes que tú,
porque no lo golpeó la vida
con tanta gentileza, ni lo golpeó
la muerte bien para matarlo.
Supón ahora que vivieras;
levanta y mide la costumbre del pie.
¿Lo sientes? ¿Lo transiges?
Todo ese apoyo innecesario
para bajar la cuesta;
los buenos —ah, los niños
que se ahogan—, los exactamente
incalculables; todo ese espacio
vengador pueden reconquistarlo
a uno cuando se prefiere
mejor bien acabado y se
espera durmiendo entre los ojos.
Veo el metal y me atribuyo
la sangre incolora que se expande
como azogue por el vidrio de su arteria.
¿Duele? ¿No es verdad que el dolor
estuvo enfermo y postrado?
No es tan difícil. Memoriza y destruye la lección:
La costilla de Adán tiene delito.
La rosa náutica tiene delito.
Los brazos en cruz tienen delito.
El Empalador no tiene delito.
El cenit y el nadir no tienen delito.
La espada en la piedra tiene delito.
La cabeza de Danton no tiene delito.
La sábana de Marat tiene delito.
La llama del Sagrado Corazón tiene delito.
La oscuridad no tiene delito.
La misma oscuridad tiene delito.
Walter Scott no tiene delito.
Sir Walter Scott tiene delito.
Ya está. Se deja oír el tintineo.
Ni siquiera habíamos comenzado.
Pero bien.
Ahora que, yo diría.
Claro. Pues si no.
Y entonces.

Ilustración de José Luis Lorenzo