domingo, diciembre 07, 2008

Ángel de la Guarda






Sé que aún,
aquel ángel delgado de pesadísimas alas,
viene en las noches,
entra en mi casa, sin tocar,
para medirse mis ropas
mientras duermo.
Aquel saco del fondo del closet,
le va bien.
También la bufanda para las noches frías,
mis zapatos sieteleguas.
Tiene la voz de una mujer;
sus ojos son, lo sé,
del mismo color de los cuchillos nuevos;
se va con la aurora,
dejando plumas en las ventanas
y ese olor de pájaro leal.
Hoy, sin embargo, me ha dejado
una pesada responsabilidad:
no sé qué haré con su espada de oro
en esta ciudad
donde escasean los justos.

Medardo Arias Satizábal






1 comentario:

Ana María - Penélope dijo...

Poema clásico de Medardo
escritor hacedor de palabras
y de misterios
Penélope