jueves, enero 01, 2009

Rogerio Tenorio Sanclemente





Llegó como las cosas conocidas

Llegó como las cosas conocidas;
como el viento, la nube o la mañana.
Trajo una voz sencilla de campana
y frescura de tierra removida.

Un espejismo de celeste vida
soñaba la comarca virgiliana
de sus ojos. Ni casta ni liviana;
era sólo una planta florecida.

Fue una rosa con alma ruiseñora.
Era como se dice: "una pastora"
y los rebaños no los conocía.

Fue tan sencilla su pasión, que apenas
comprendió que el amor causaba penas,
sufrió la pena de olvidarme un día.



En el límite gris donde te mece

En el límite gris donde te mece
suavemente la brisa del olvido
te agitas vanamente, cual dormido
niño, soñando que su cuerpo crece.

La flecha del recuerdo no aparece
clavada en el lindero conocido;
tengo pena de estrella que ha perdido
el lago en que su lumbre se florece.

Con este amor y olvido marinero,
en la orilla del tiempo no te espero
anclada en mi horizonte de alegría.

Fuimos todo en la vida y nada fuimos.
Felices nos amamos y partimos
felices, porque nada nos unía.





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