viernes, abril 03, 2009

En la boca del poeta




En la boca del poeta
se refugió el sonido más hondo del acantilado
oyó el balar de las cabras
las campanas dispersas en la llanura del hombre
los cantos alegres de noche en los bares.
El invierno para la boca del poeta.
Los chasquidos de sus dientes comandaban sus angustias
sus ganas de decirlo todo desesperado
y en sus intentos a golpes emitió balbuceos desordenados
que sólo comprendieron las cabras y las campanas.

Era invierno para el decir de un poeta desesperado
en la boca del poeta.

En la boca del poeta se escondió el grito perseguido
de un huelguista ferrocarrilero
el de su maestro condenado al olvido
el de la mujer que amó lo prohibido
y huyó de su amor demasiado.

La lengua del poeta escuchó el acero de las máquinas
las vocales rojas
las consonantes negras
en el quejido de los amantes
aterrados por la daga con ojos extraños
en el teatro cifrado de los silencios.

Era primavera para el gritar del poeta
ardiente en la boca del poeta.

En la boca del poeta se horneó el pan
que repartió el profeta con la forma de su calavera
la cabellera de la mujer con los pechos desnudos
los libros ancianos de un niño grande
y las arterias del cielo en forma de cometa.

Las muelas del poeta y su saliva
amasaron y destilaron la hogaza
la copa que procrearon la palabra
en la promesa de su ser hombre
y en el dolor de parto que reverbera
eco de un grito montaña a otra.

Era verano para leer la voz del poeta
que quería ser poeta en la boca del poeta.

En la boca del poeta se arrepintió el silencio frente a la fosa
inflamado por el grito
su garganta miró la carne dentada del orificio.

Deseó como desea la palabra para dialogar con las campanas
los condenados a muerte y las profecías.

Con ayuda del viento y el verbo de los árboles
se diseminó entre la hojarasca por el valle
mi voz descalza
honda como acantilado
garganta honrada por la que pasa leche tibia
de campanas hambrientas
enardecidas en su canto
ganosa y desesperada en libro a huelga
última vocal de la mujer que ama demasiado
porque no sabe que no se ama
acero negro y rojo para ser daga.

Mi voz descalza se comparte en la cabellera
de la mujer calavera con sus pechos de leche
amamanta a los niños ancianos
con arterias de cielo.

Mi voz destila eco del parto
con la promesa de ser grito de hombre
o viento de árbol.

Mi voz silencio frente a tu fosa.
Mi voz de carne desdentada.
Mi voz de poeta arrepentido de sus silencios
de sus inútiles diálogos
cuando tocan las campanas a al voz de sus perseguidos
a los orificios prohibidos
a los amores demasiados
a los ferrocarriles niños
a las cabras negras atrapadas en el eco de sus campanas
al invierno hambreado que se consume en el canto de los bares
a los dientes rojos de gritar su dolor de muelas
a los quejidos de la primavera aterrada de flores
a la saliva del cielo cansada de sus profetas
al parto del verano de una niña más grande que su leche
a la montaña desnuda condenada en su silencio.

Es otoño todas las estaciones.
Quieren acallar el poema en la boca del poeta.
En la boca del poeta no hay nada.
Ya nada que no sepas.


Ivan Leroy




Sobre un libro de Ivan Leroy

Bajo el sello editorial del Instituto Politécnico Nacional, el poeta Ivan Leroy publica su tercer libro de

poemas. Se trata de En la Boca del Poeta. El libro será presentado en el Centro Cultural Casa Lamm

(Av. Álvaro Obregón 99, Col. Roma Ciudad de México, México) el 29 de noviembre de 2008 a las 13:00 hrs.


Tomado de http://chiapas.indymedia.org/article_160385 07:26 a.m. 03/04/2009




2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Ivan estuvo en Cali Colombia en marzo y abril de este año (2009) y tiene una exposición en el Museo de Arte Religioso de esta ciudad.
Ana