miércoles, noviembre 11, 2009

Carlos Patiño Millán

El muerto que duerme adentro

Por Carlos Patiño Millán


Las cosas se vuelven lentas. Las cosas llegan a un final. La gente deja de vivir.
Raymond Carver



No todas las muertes son iguales
Recuérdese a aquella jovencita
Menuda figura incomprendida
Que a los diecinueve decide que ya no más
Extrañamente próximo está el héroe
A los muertos jóvenes enseña Rilke
Considérese ahora
Al vulgar infractor de un campo minado
A la venerable anciana
Que lleva meses preparando el momento
Y que llegada la hora
Sólo atina a reclinar la cabeza
Está quien se marcha tras pronunciar algún consejo tonto
Y está la muerte de un niño
Que siempre hace pensar a los demás
En una tarde sombría
Y en la vulnerabilidad de toda cosa
No se olvide a quien se va por una mordedura de serpiente
Quien fallece por inanición
Quien sucumbe al hastío
Está la muerte por amor
Magnificada, glorificada, celebrada
Por tantas palabras seguidas de otras palabras
Piénsese en la daga que atravesó a Julio César
En Ofelia sumergida en las aguas del tiempo
En los dieciocho whiskys que apuró Dylan Thomas
En el pintado corazón de Silva
Pero también está la muerte anónima, la cifra inútil
Esa persona que nunca conocimos
Pero que antier le cedió el puesto a alguien en un autobús
Un pensamiento de Lezama fenece cada noche en La Habana
Mientras aquí los cuerpos ya enterrados bailan
Hay quien muere al perseguir esa boca
Que nos deja un regalo sin saberlo
Como hay quien sobrevive a toda suerte de accidentes
Para finalmente morir por la caída de una estrella
Está el asesinato, el crimen pasional, la pública reyerta
El accidente de tránsito, la venganza, la bala perdida
El viaje sin regreso, la partida, la no vuelta
La agotada prisa de los novísimos amantes
Hablo, por supuesto, de la luna y la marea
Existe en la memoria la agonía, la espera cruel
La flor que, poco a poco, se deshace en el viento
Hay quien muere por alcanzar un mango
Y otro que se enreda fatalmente en un cable de luz
Está aquel que se ahoga y luego es izado en medio de silencios
Está la muerte inesperada como un rayo en una mañana de sol
Está la carta abierta, el secreto a voces
Que marca, ineludible, el término de algo, su final
Está quien muere sin pedir permiso
Y otros que anuncian los pasos de las Parcas
Y de los que es prudente huir
Cabe mencionar a aquel que se desploma como un árbol viejo
Y al difunto que guarda toda construcción

Esta mañana luego de cerrar la puerta y enfrentar el día
Vi llorar al muerto que duermo adentro
Y comprendí que hoy sí, que ya era cierto
Muy temprano entiendes
Que tu vida está hecha de otras vidas
Y que en la desaparición de los otros
Escrita está tu propia ruina

Una luz espanta todas las sombras

Recuerdo haber olvidado decirte que te amaba

Carlos Patiño M.
Un poema para recordar hoy -11 de noviembre- a mi madre, por allá en algún jardín.



No hay comentarios: