Muriéndose estaba el abuelo;
Su cara exangüe, tiesa y fría,
Era tan blanca y blanco el pelo
Como la almohada en que yacía.
El pobre abuelo se moría.
Miró con ojos muy abiertos,
Pero apagados, ojos muertos;
Su voz era ya de otros mundos,
Murmullo de bosques profundos:
"¿Es que recuerdo o es que sueño?
El sol despertaba en Oriente,
hervía la savia en el leño,
mi pecho latía impaciente…
¿Es que recuerdo o es que sueño?
¡Qué dulce la vida y qué corta!
Es que recuerdo, sí, ¡he vivido!
¡Qué días tan bellos han sido!
Fui joven… ¡Ay vida, qué corta!
¿Es que recuerdo o es que sueño?
Temblaba el mar con cosquilleos
De la brisa y el soplo abrileño.
Mi sangre hervía de deseos…
¿Es que recuerdo o es que sueño?
¡Ay, qué ardorosa borrachera!
Es un recuerdo, sí, ¡he amado!
Juventud, gozo, primavera,
¡amor! ¡amor! No, no he soñado.
¿Es que recuerdo o es que sueño?
De playa y mara en mí yo siento
lejano murmullo costeño.
Vacila y huye el pensamiento…
¿Es que recuerdo o es que sueño?
¿Es que me apago o es que me enciendo?
¡Ya sé, ya sé! ¡Por fin comprendo!...
Van a llevarme al pudridero.
¡Ya sé, ya caigo! Es que… me muero".
Guy de Maupassant. Obras completas. Tomo I. Ordenación, traducción y prólogo Luis Ruiz Contreras. El abuelo. Página 1416. Editorial Aguilar. 4ª. Ed. 1965. Madrid, España.
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