Aquí habla Aída Quilcué,
quien llegó de Toez con la avalancha.
El río arrasó parte de nuestra tierra pero nos entregó
a Aída Quilcué y a José Edwin Legarda.
La madre tierra siempre es sabia.
Aída Quilcué dice:
Caminamos al hombro con muchos muertos,
al hombro con muchas tristezas.
El 16 de diciembre, asesinaron a José Edwin, su marido.
Fue un error del ejercito, dice el Presidente.
Pero Aída Quilcué dice:
mentiroso, mentiroso, mentiroso.
Fue en la hacienda El Rodeo, propiedad de un terrateniente.
16 balas de fusil le disparo el ejército.
Y Aída Quilcué sabe que esos disparos eran contra ella.
Porque ella tiene la palabra, la dignidad de la palabra,
la que recorre montañas, valles, ríos,
se trepa en los árboles, borra lo escrito.
Y, Aída Quilcué vuelve y habla:
aquí manda el pueblo, compañeros.
Sí me matan a mi, aquí hay un pueblo digno
unos hombres y mujeres valientes
que luchan por la verdad, por el respeto.
Así habló también La Gaitana, antes de vengar a su hijo.
Así habló también Angelina Gullumuz.
Así camina la Chonta,
reuniendo la Minga,
dignificando la palabra,
recorriendo montañas, agitando los valles, purificando los rìos,
trepando a los árboles, borrando lo escrito.
Resistiendo, resistiendo, resistiendo
Omar Ortiz
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