martes, abril 05, 2011

En la luna



Suelen decirme –a manera de crítica– que vivo en la Luna.
¿Les he dicho yo –a manera de crítica– que viven en La Tierra?

Cada uno tiene que vivir en algún astro, a no ser que él mismo 
sea un asteroide.


Si ustedes viven en la Tierra y yo vivo en la Luna, quiere decir 
que somos vecinos.


Vecinos míos: vuestra Tierra se ve amenazadora allá en lo alto. 

¿Qué nueva guerra estáis tramando?
Prestadme una ramita de culantro para adornar mi sopa. 

Comeré a vuestro nombre pero a mi buen provecho.

"FELICITACIONES FELIZ CUMPLEAÑOS STOP 

RECUERDA CUANTO TE GUSTABA EL CULANTRO 

CUANDO ESTABAS EN CASA STOP ENRIQUE Y YO 

TE ECHAMOS MUCHO DE MENOS STOP 

BENDÍGOTE AMALIA"

Aquí en la Luna se vive supremamente bien. Os veo rodar a mi 

alrededor en esa bola de tierra que va dando tumbos por el 

universo sin sentido y sin seso.
Y yo estoy aquí confortablemente iluminado meciéndome en el 

espacio sideral como en una hamaca de oro,
Vuestra pobre Tierra trastabillando en el infinito y pidiendo 

limosna entre los astros.

El Señor Jehová viene a hacerme la visita en la Luna nueva,
Y se queda toda la tarde aspirando el incienso que le ofrezco en 

un potecito,
Porque desde que se jubiló quedó eternamente enviciado con el 

humo del incienso.
Las conversaciones del Señor Jehová exceden todo límite de 

hermosura,
Y luego se despide majestuosa y cortésmente, porque tiene la 

piel tan delicada que no puede dormir sobre el esponjoso 

polvillo de la Luna.
El Señor Jehová me trajo un pastel de chocolate que quién sabe 

de dónde lo tomaría.
Debió haber sido de la Casa Blanca, porque estaba adornado 

con el signo U$A.
¡El Señor Jehová hace unas cosas!
Aquí en mi Luna me paso los días cantando,
Los felices días del Universo en el coro de las estrellas.
El Señor Jehová no me cobra el arrendamiento ni me manda la 

factura de la luz.
Me dice que está muy disgustado con los que venden el agua, el 

aire y la luz en esa Tierra desgraciada –y la señala repetidamente 

con el dedo.
Si yo no me hubiera venido a vivir en la Luna ya me habría 

muerto en vuestra Tierra inhóspita y cicatera,
A la que el Señor Jehová le tiene tanta lástima como a un hijo 

deforme.
Yo no le pregunto nada al Señor Jehová porque Él se 

maravillaría de que le preguntase algo.
El Señor Jehová, amablemente, me anuncia su visita con tres 

días de anticipación,
Y yo salgo a recibirlo radiante y alborozado.
Cuando lo veo venir, parecido a Walt Whitman, le lanzo gritos 

jubilosos para que sepa que lo espero con gusto,
Y cuando llega y me abraza me siento tan contento como un 

cohete que estalla.

Le he quitado a la Luna las banderillas que le clavaron rusos y 

norteamericanos,
Y le he puesto un poco de tintura de yodo en las heridas, para 

que cicatrice.
La Luna es un torito virgen que muge por el cielo; el hocico le 

huele a leche de nube.
Yo no voy a permitir que los gringos y los rusos me lo toreen.

La Tierra lleva a la Luna de la mano a dar un paseo por el 

Universo, la Luna que es su hija pequeñita.
La Tierra le da de mamar a la Luna, el seno cubierto con sus 

chales de nubes.

Como dicen que la Luna anda desnuda, yo le pido a mi mujer 

que se enlune, que se alune, que se deslune, que me enlunice.

Lo que más falta me hace en la Luna son las noches de Luna,
Cuando la Luna perfuma las noches de la Tierra.
La Tierra que adivina el porvenir en la bola de la Luna.
La Tierra que se mira en el espejo de la Luna.
La Luna recubierta con espato de Islandia.

Vecinos míos: el hijo de la Tierra en la Luna se marea,
La Luna se tambalea, se bambolea, se menea.
Yo no puedo sentirme como en mi casa en esta Luna.
Si no mandáis por mí, me arrojaré de cabeza.

Jaime Jaramillo Escobar

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