Escribo para que algo de nosotros sobreviva. Para que sigamos reconociéndonos en nuestros
desencuentros. Me importa este instante porque lo precede todo, porque es único al igual que
nosotros. Sigo adivinándote como cuando dormías y tu rostro de perfil, con los ojos entregados al
sueño se dibujaba en la penumbra de la habitación; donde divisaba el lado más mío de tu corazón,
ese que no le pertenece a nadie. Necesito pronunciar tu nombre para confirmar que estoy vivo, que
mi nombre se agote en el tuyo donde me descubro y me multiplico una y otra vez.
Soy este que ves. Ávido de palabras que me lleven hacia algún lugar y afloren desde el vértigo
interior que me supera y me devora.
Pero algo se ha roto. La deriva es una mansa sensación de plenitud y gozo, que se esfuma con
éstas últimas palabras que buscan su destino.
Lo que ignoro de los dos es un tiempo que nunca más podremos descubrir.
(fragmento) Autor: Eugenio José López
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